viernes, 25 de junio de 2010

Como la mismísima vida (por no decir la vida misma que queda como el mismísimo upites avejentado)


Con lo que tenemos, hacemos lo que podemos (en el mejor de los casos, claro). Y este, sin dudas, es un gran caso de adaptación (espero que lleguen a apreciar la reja cortada para que entre la Falconeta con su trompeta).
Fotografía tomada en el barrio de Martínez (para que no digan que acá todo es glamour).(Estoy muy emparentisada y cacofónica, lo sé. Y se sabe, se lleva. Como en la vida misma).

miércoles, 23 de junio de 2010

Pool

Tal vez de este 23 de junio no nos vayamos a olvidar más. Tal vez ya no haya nada que podamos hacer, aunque reneguemos, aunque el peso de sentirnos nos invada y nos moleste, aunque nos empeñemos, a veces, en destruirlo porque ya nos dimos cuenta que somos solos y somos todos. Y cuánto pesa el peso de la importancia. Tal vez de este 23 de junio, llorando todos, todos los que hace años somos, aunque nos creemos otros porque nos conviene, llorando, digo, bajo la garúa de Martínez, abrazando despedidas cada vez más insidiosas, inexplicables, no nos vayamos a olvidar más. Lo vi caminar en la calle desolada en la que crecimos, porque nuestro barrio tiene esa belleza rica que es a la vez desoladora, digo, porque los ricos están durmiendo, aprisionados, mientras nosotros salimos a buscar otro barrio, y que conseguimos; lo vi de espaldas caminar rumbo a su auto y hacer estallar la brasa del cigarrillo bajo sus pies, y les dije: “Esa fue una imagen cinematográfica”. Y sé que entendieron que quise decir mucho más que eso. No se trató sólo de lo espeluznante. Fue mucho más que un cigarrillo estallando en la tempestad de la noche que nos invita, y que nos muestra tal cual somos: esas individualidades ensalzadas por las historia. Otra despedida más. Las 3 de la mañana, los ojos cansados, y un nuevo vuelvan pronto que hoy significa más que antes, porque antes había más porvenir y hoy sólo tenemos esta certeza: la que nos fundió, de nuevo, en un abrazo a todos, a todos los mismos que hace quince años. Aunque nos pese, aunque no podamos más que asumir que esta tristeza que nos invade hoy, nos la ganamos. Son mi vida porque son mi historia. Pero son mi vida mucho más que por eso: son mi vida porque son los que sigo eligiendo, una vez más, y otra vez más. Aunque me digan que sólo escribo lindo para que resuene y escupan. No me importa. Es la verdad. Los voy a extrañar. Vuelvan pronto.
Escrito de un tirón. Con el tirón con que llegué a casa. Me voy a dormir. Será hasta la próxima.

lunes, 21 de junio de 2010

Sí sólo si es

Si garúa es tristeza,
Atardecer, tintura de perdón
Y despertar la recompensa.

Si no aceptar es pecado,
Bailar, enceguecerse
Y alucinar endemoniado.

Si llorar es limpiar,
Reír, apostar,
Y un abrazo cofradía.

Si el libro es sabio,
La música, todo lo posible
Y el regalo es la visión.

Si mentir es un recurso,
Callar, la belleza
Y un riesgo estimado es pensar.

Si el cielo es ilusión,
La tierra, firmeza
Y la sal el embrión.

Si las flores son decorados,
La juventud, la antesala morada de la pérdida
Y el amor su corresponsal.

Si la vida es un destino,
Sobrevivir, la condición
E insistir una elección.

domingo, 6 de junio de 2010

En Mi mayor

"´Modifica nuestros destinos, nuestras plagas acribilla: comienza por el tiempo´, te cantaban esos niños. ´Engendra, no importa dónde, la sustancia de nuestra suerte y nuestros deseos´, te ruegan. Llegada desde siempre, tú eres la que irá por dondequiera". A una razón, Arthur Rimbaud

Fijos, los ojos fijos y no hay nada. Como el que chupa clítoris con la lengua trabada, sintiendo el deber, escupiendo el olor hacia afuera, impacientando a la que es lamida que –siempre sabe y jamás se ha de culpar por tu horror- no ofrece placer detrás de su sabor.

Fijas, las manos fijas y nada. En la nada, nada más que salvación. Como el que besa hacia su campanilla y aprieta la nuca, sin falta, protagonizando dientes de ratón. Esos, fijos, tienen todo lo que la tierra salva pero que la inefable esencia rehúsa porque –sabe- prisma la dulce, traviesa y finalmente escurridiza juventud.

Fija, la pantalla fija y nada. Nada que ver, nada que hacer. Sólo esperar al derrumbe que siempre estará al llegar. Como al que no se le para porque -sabe- ¡sabe! que el laberinto que guarda dentro esa piel ajena le dejará abierta la salida que él se empecinará en cerrar.

Pero sin capullo, varón, sin capullo, savia, limón; derrame y golpes al canto, golpes de cuánto, sin tu capullo empujando, varón, enterrado, atravesando el cuerpo como si fuera una spatha, comandando la leche de vida -¡que es a ti a quien demanda!-, no habrá sucesión; no habrá más que risas todo al rededor.

jueves, 3 de junio de 2010

Y lo escribió ella

- Verdaderamente, usted no es tonta. En general, no me gustan las mujeres inteligentes: quizá porque no son bastante inteligentes; entonces quieren dar pruebas, hablan todo el tiempo y no comprenden nada. Lo que me impresionó la primera vez que la vi fue su manera de callar.

Los Mandarines, Simone de Beauvoir: mi nuevo gran libro preferido, en proceso y alza.