jueves, 27 de enero de 2011

Cómo queremos a Cerati

En un momento no sabía si estaba leyendo Fragmentos de un discurso amoroso de Barthes, o el librito de canciones de Ahí vamos.

viernes, 21 de enero de 2011

Matter of fact it's all dark

Mi casa está a oscuras, no tanto como yo. Enciendo el velador de la cocina, me rebano un pan de semillas y lo como con la misma devoción con la que mordería sus labios húmedos, su cuello, con la que bajaría hasta su tronco para pasar mi lengua por ahí, donde sé, para que llene con su plástico fundido la caja de mi voz. Intento explicarle a mi gato que mando yo. Si lo quiero encima para que ronronee en mi estómago y hunda su cara en mi cuello, lo busco, y si me molesta sobe la mesa, tiene que bajar. Así lo dispongo, por algo tengo un gato. Estoy llena de deseos, entonces descubro que tengo nada. Y a veces menos mal, y a veces no. Aburrida, más oscura que mi casa, cuento las marcas de mi cuerpo. Llego a quince lunares más las pecas de debajo de los ojos, tres manchas de nacimiento y tres auto provocadas. Me siento limpia, otros están peor, pienso, pobre Brad Pitt. La pava eléctrica no es nada, la exprimidora que usé tres veces, nada, y mi computadora no me quiere. Me preguntaron por qué escribo, qué se yo, dije, ¿para qué salís a pasear vos? Hay un sillón, una cómoda, un televisor y un jarrón. Puse cañas de bamboo, comida para el gato y un cartel, pegué, en la puerta de la heladera. Tengo a San Martín en el vientre, resucitó de entre los muertos y entre los muertos estoy yo. Mi casa está a oscuras y la prefiero así. Cuando hay bullicio nadie habla y cuando hay luz, ríe paciente the dark side of the moon.

domingo, 16 de enero de 2011

La Era de Acuario

Dice un amigo yogui que todo tiene un sentido mucho más allá del sentido que la mirada individuo-racional propone. O permite. Tanta atracción hacia uno, tanta pasión por defender o ufanar (según las posibilidades o vivencias de cada psicología) lo propio; tanto yo, tanta búsqueda del conocimiento personal, de una razón que se ajuste a alguna lógica, no nos pertenece del todo como solitarios mente-alma-cuerpo, sino que está regido por algo mucho mayor: y es el universo.

Dicen los apocalípticos que en 2012 será el fin del mundo. Mi amigo dice que la catástrofe es ahora, ya, que está sucediendo. Estas inundaciones, estas tormentas, este aparente sinsentido de las trabadas relaciones humanas, este saberlo todo contaminado por su propio exceso. Este ser Internet. Lo que viene es la revolución, la verdadera trascendencia: la nueva Era. Así como todos vivimos en evolución personal sin saber qué dirección tomará esa evolución, así como somos ciclos, así mismo sucede con el universo.

La Era de Acuario, dice, es un despertar que ya está presente y nos lleva hasta un irremediable lugar de conocimiento. Todo se sabe -o se puede saber- y así nosotros: buscamos comprender quiénes somos y en este final de camino hacia la verdad, los que todavía no pudieron(imos), andan(mos) dando zancadas, coleteando las últimas posibilidades para entender, quitando la tierra de nuestro monitor, corriendo a las personas que se paran frente a nosotros y miden lo mismo ¡nos tapan el horizonte!, rompiendo cables, apurados y algo torpes por llegar temprano para ver desde la fila del medio el momento en que Benjamin Linus hace girar la isla (y acá tomo prestada una imagen que Fabián Casas tomó de Lost y usó para expresar otra idea que no viene al caso), antes que empiece la próxima temporada.
Dice que este despertar trae caos, simplemente porque es el último pestañeo para la confusión. Y me dijo que lea las enseñanzas de El maestro de la Era de Acuario, quien trajo a Occidente desde la India los conocimientos yoguis. Cosa que hice y desde donde transcribo unos fragmentos que juzgo puede resultar interesante -al menos- conocer. Es largo y esta es solo una selección sesgada por mí presente. Dicho esto, confío entonces en que si a alguien le interesa profundizar, sabrá encontrar la manera.


“La Era de Acuario está llegando hacia nosotros. El vacío, la insania y el dolor
serán asunto de toda persona. La gente va a querer golpear paredes para saber a
dónde puede ir. Han habido muchas eras y cambios de épocas en la larga historia de la humanidad. Pero este cambio de era es diferente. La antiguoa Era de Piscis fue dominada por máquinas y jerarquías. La nueva Era de acuario está regida por la conciencia, la información y la energía. El poder más grande será tu palabra –tus palabras proyectadas conscientemente-. Este cambio es radical, no gradual. Es un cambio simultáneo tanto en el mundo exterior como el interior (…) Hay muchas
dimensiones involucradas en el cambio radical de esta era. En todas partes, la
gente lo está discutiendo, está haciendo predicciones o negándolo. Algunos
sienten el cambio como el cataclismo o el fin del mundo, otros como un nuevo
comienzo, y otros, todavía, como un momento de incertidumbre e impredecible. El
cambio no es en todos los niveles de la vida al mismo tiempo. No es sucesivo u
ordenado, ni cada paso es predecible. Y nos afecta personalmente (…) El cambio y
el aprendizaje son continuos y de por vida. El intelecto no es suficiente.
Necesitamos una relación nueva con la intuición, la emoción y el instinto. Esta
es una era de paradojas: más global y más individual, con menos fronteras y más
demandas de separaciones políticas. Todo es más rápido y tenemos menos tiempo.
Necesitamos mucho más amor y unidad, pues tenemos más miedo y una inseguridad
tremenda. La resistencia y el desempeño óptimo constante son los estándares
comunes para evaluar a toda la gente y su trabajo, y la necesidad es ir hacia
adentro y regenerarse (…) Tenemos que aprender a usar la mente de diferente
manera. (…) La Era de Acuario empezó el 11 de noviembre de 1991. Estamos en el
período cúspide entre Piscis y Acuario. El mundo cambiará (…) Las personas están
buscando la realización del ser a través de la pureza y la piedad, la
individualidad y la realidad. Ellos ya no quieren practicar la dualidad. Por
eso, van a encontrar pocos matrimonios. (…) La única manera de sobrevivir hoy en
día es a través de la insania del ego. No el ego –el ego tiene una referencia
racional. Sino la insania del ego. El ego del hombre es como una víbora que te
escupe su veneno como una fuente. No significa nada, nada más te da miedo. (…)

martes, 11 de enero de 2011

Les gens heureux n´ont pas d´histoire

Dos pisos, plastilina y un póker de as; un espejo, que se clava, y ese demonio en proyección; cuatro baches, esta vida y el espectro porvenir; el agujero, es sentido, y se compadece al bazar; rosas negras, viajes dentro, y la carga del ego universal; un poeta, no se traba, piensa y acierta: ese dolor (¡ese dolor!) es estéreo de vivir de muerte y en columna ser, hasta el final de las pieles, un renacido: su propio sobreviviente.

sábado, 8 de enero de 2011

Ese estado paradojico

Creemos que creemos en eso de que tener todo es como no tener nada. Nos lo enseñaron de chicos y es una de esas ideas que reafirmamos de grandes, aunque no nos hayamos preguntando nunca por qué. Hay cosas que quedan bien, salen como gladiadores al escenario mientras los demás –de más- miran y aplauden. Y está bien, dicen. ¿Para qué querer todo, si al final no hay nada? ¿Para qué todo, si después pesa? ¿Para qué todo si hay otros que no encuentran, ni de paso, el pan de ayer bajo una toalla? Entendemos que suena justo, aunque no hayamos comprendido muy bien eso de la plusvalía. Después y con suerte nos preguntamos qué es todo, con cara de pienso, como hablando de filosofía cursada en el carril izquierdo de la Panamericana. Pero no seamos injustos con la realidad, todo es todo, ¿no?: trabajo, carteras, casas, autos, amor, amigos, viajes, esperanzas, frustraciones, mascotas, libros, pensamientos, música, un don, bastiones, luces encendidas al alcance del horizonte, ratos de paz y hasta entelequias. Eso hacemos: poseemos (y perdón por la cacofonía pero a veces no la puedo evitar), para ser los primeros poseídos. Y no justamente (o no solo) porque tenemos que pagar impuestos y liquidar de la 12 a la 1 las cuotas de la tarjeta. También es que queremos funcionar en consecuencia. ¿Se ve? Es esta idea superpuesta a la idea de que si se piensa una cosa, no se puede pensar la otra, como si acaso el estado paradójico no existiese. Vamos, hay comunidades enteras que viven sin cuestionarse la cuestión del blanco y el negro en connivencia. Pero nosotros queremos tener, y declarémonos culpables de una vez que en este país nadie va preso, doña. No hablo solo de fortuna y confort, de esa casa pega con esa lámpara, esa lámpara ilumina muy bien esa barra y a la barra le suman mucho esas copas y picame un corcho de champagne, que es lo único que podemos hacer –con lógica- para emborracharnos y no preguntarnos más, en silencio, si queremos cogernos o solo acompañarnos durante este rato vacío en el que los deseos nos empujarían hasta un lugar mucho más corrosivo; hablo también de los que queremos tener un título, una actividad principal, una fórmula, en definitiva, alguna construcción. ¡Tener una razón, bendita sea! Poseer la razón como quien tiene el nombre ganador de un certamen dentro de un sobre, lo espía y clamen, clamen, que ya les diré lo que sé, para que ovacionen o mueran. Pero que sea por mí. Y eso no es lo peor. Lo peor es la máscara, el disfraz que bien podemos llamar por su nombre de pila: hola, soy mr. estereotipo. Queremos tener libros, muchos, y haberlos leído, para que los gladieitorwochers lo sepan, queremos tener amigos para el cumpleaños y sábanas rojas para el flaquito de la oficina. Queremos poseer algo, un nombre, querido, ¿sabés quién soy yo? Y está bien, supongo. Si no, ¿qué hacemos? ¿Vivimos en estado de pregunta? ¿Bancamos el margen? No, sentenciamos, gracias a todos y hasta siempre. Mejor, buscamos un hijo para decir como mamá: “Sos la razón de mi vida”.