lunes, 25 de abril de 2011

¡Ay, literatura!

"Querido mío: hace tres semanas que llegué. Tradúcelo: tres semanas que duermo sola. ¿No te parece horrible? Tú sabes que a veces me despierto de noche y tengo absoluta necesidad de tocarte, de sentirte a mi lado. No sé qué tienes de reconfortante, pero el saberte junto a mí hace que en el semisueño me sienta bajo tu protección. Ahora tengo horribles pesadillas, pero mis pesadillas no tienen monstruos. Solo consisten en soñar que estoy sola en la cama, sin ti. Y cuando me despierto y ahuyento la pesadilla, resulta que efectivamente estoy sola en la cama, sin ti. La única diferencia es que en el sueño no puedo llorar y cuando despierto, lloro. ¿Por qué me pasa esto? Sé que estás en Montevideo, sé que te cuidas, sé que piensas en mí. ¿Verdad que piensas? Esteban y la nena están bien, aunque sabes que la tía Zulma los mima demasiado. Apróntate que, a nuestro regreso, la nena no nos deje dormir por unas cuantas noches. Por Dios, ¿cuándo vendrán esas cuantas noches? Tengo una noticia, ¿sabés? Estoy otra vez embarazada. Es horrible decírtelo y que no me beses . ¿O para ti no es tan horrible? Será varón y le pondremos Jaime. Me gustan los nombres que empiezan con jota. No sé por qué, pero esta vez tengo un poco de miedo. ¿Y si me muero? Contéstame pronto diciéndome que no, que no voy a morirme. ¿Pensaste ya qué harías si yo me muero? Tú eres animoso, sabrías defenderte; además, encontrarías en seguida otra mujer, ya estoy espantosamente celosa de ella. ¿Viste qué neurástica estoy? Es que me hace mucho mal no tenerte aquí, o que no me tengas allí, es lo mismo. No te rías; siempre te ríes de todo, aun cuando no se trata de nada gracioso. No te rías, no seas malo. Escríbeme diciendo que no voy a morirme. Ni siquiera como alma en pena podría dejar de extrañarte… ¿Será niño o niña? Si fuera niña, puedes elegir el nombre, siempre y cuando no sea Leonor. Pero no. Va a ser varón y se llamará Jaime. Mira, me gustan los hijos, los quiero mucho, pero lo que más me gusta es que sean hijos tuyos. Ahora llueve frenéticamente sobre los adoquines. Voy a hacer el solitario de los cinco montones, el que me enseñó Dora. Te quiere, te quiere, te quiere, tu Isabel. P.D.: ¡Salió el solitario! ¡Hurra!", La tregua, Mario Benedetti

domingo, 24 de abril de 2011

Siempre hay un por qué, a veces en el cielo

¿Te dije alguna vez que amo la luna? A su luz que me hace preguntar: ¿somos recuerdos o somos la tristeza que los desata, acomoda, e inventa y sobre inventa? Y dice que los recuerdos no nos pertenecen como actos de tacto, porque son del pasado y el pasado, de algún otro universo; porque la conozco como a mi barrio que me contiene más que cualquier hombre, más que ningún padre; en su sombrero, te lo regalé, pudiste ver mi sombra oculta en el techo de mis ideas, esas batallas, ese símbolo del tango, inclinado, llegando a sus fauces, y me aceptaste ahí y ya nunca más un no te quiero, no te entiendo, si ella te mira, y cuando está plena soy plena y cuando oculta, así me viste, naranja, como su luz menguante, inteligente, tercero en los ojos, mi espejo lo ve y siempre difumina, porque así somos y qué pancartas, ninguna pancarta lo consigue, solo las nubes que son plumas a su boca, porque ella es la estrella que más brilla y disimula cuando puede, y no quedan dudas cuando quiere; bebe mis palabras que necesitan mis letras, el trayecto de su gloria entre el teléfono y tus ojos; el escape de esta vida, de mi vida, está en ella. Por eso la amo.

jueves, 14 de abril de 2011

No importa

Digo que no, que no importa. Es un problema, te digo que es un problema y no me mires así, te lo digo en serio: no creas que es liviano haber sacado esta ficha de la circunstancia, la infinitud, las vueltas, la obviedad de las vueltas. ¡Tío mío! Estas malditas circunstancias eclécticas hacen que nada importe. ¿Vos en serio creés que es fácil vivir así? Están locos ustedes dos. Lo mismo hace mi hermoso amigo gay -que todavía no entendió- cada vez que le digo que un día dentro de algunos años me voy a suicidar: me abraza y me dice que no sea tonta, que si soy tan linda. Porque él todavía no sabe que eso no importa. O mejor, que esa es solo otra circunstancia que justamente también va a mover y después, después me voy a querer suicidar. Pero no sabe y se emociona porque tiene ese permiso de ser sensible y ese goce caracterizado en ser hipersensible, que lo digo ahora y que el hecho de que lo haya dicho ahora no va importar cuando tenga mil. O cien. Es mi fukin´ realidad y en verdad lo lamento. No, no es que me importen los demás. Sé, van a poder seguir, más allá de mí, ellos que todavía no se dieron cuenta. Puedo ser un paréntesis, un capítulo, una aventura, una frustración de momento. ¡Es así! Todos tenemos que ocupar todos los lugares que, vamos, tampoco son tantos. Y por eso no importa. El punto es otro, el secreto está en esconderlo. A vos te lo cuento porque sos un pelotudo y te merecés el castigo, pero este tiene que ser un secreto comunitario solo para los que estamos llenos de años. Que se note nuestra soltura y que nos penen los benditos. Que estamos acá, trabajando para ellos.

miércoles, 6 de abril de 2011

Reflexiones de bicicleta

La vida está llena de paréntesis. Lo que va antes, cierra después.

domingo, 3 de abril de 2011

Nacido en Caraguatá

No dejo de preguntarme a qué juega ese héroe, de los embates, de la aparente nada. Esos pies, de ese chico, de ese nene chiquito de diez. Que se limpian al agua, a la corriente de arroyo, ese que pocos ven. Del arroyo que baja hasta el río, del río pedrero de costa, de una costa lejana, al norte del sur, de ese bien al sur que está casi al fin, de un lugar al que llamaron edén. Enloquece un Tigre en la Buenos Aires dispar, irónica, hipócrita como yo, como ellos, que todavía creemos en progresismos porque vemos, y exclamamos, ¡demonios! a qué juega ese niño, ese chiquito de diez. Pero de vuelta a nuestra red de plumas y un Marlboro, unos litros, un asado después. Este Tigre de Buenos Aires, de esta Argentina al talón de Sudamérica, entre el Atlántico y la cordillera; América, las patrias del sin embargo y él, que ni siquiera conoce la tierra sin orilla, no se pregunta a qué juega, ese nenito de diez.