domingo, 15 de agosto de 2010

Resignación

Aislado, que no me ame no me significa; no es resonar suficiente que no me sienta ni me piense ni me encuentre en sus desvelos cuando salgo escoltada de un sueño a buscar su voz. No espejo ridícula ni desdichada por amarlo sin que diga mi nombre ni seque mis lágrimas ni devuelva mis sonrisas ni mis llamadas. No me lastiman los ramos devueltos al remitente, las cartas cerradas entre las cáscaras podridas en su basura ni sus manos sobre mis hombros creyéndose capaces de sacudir ninguna razón. No hieren tanto sus oraciones -monosílabos, gastados por el uso- descoordinadas ni sus ojos que se alzan y entrecierran cuando mi espesa materialidad aparece ante él. Lo que en verdad produce esta pena, mi gran y desesperada pena, es amar a un hombre, que algún día me amó.

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