viernes, 20 de diciembre de 2013

Jobs y las consecuencias


Muchos conocemos las palabras que Steve Jobs dio en su famoso discurso en la Universidad de Stanford. Como en un discurrir novelístico, contó cómo en su vida cada suceso tuvo un sentido que se iluminó desde el presente. Cuando miras hacia atrás, los puntos se conectan, dijo. Y yo creo mucho en esta reflexión del fundador de Apple, más que en cualquier religión.
No se trata de avalar una idea de destino de justicia divina, se trata de creer en algo así como la karmática consecuencia de lo que hacemos o dejamos de hacer.
Creer en la consecuencia nos presiona a hacer las cosas bien. Por cosas bien no hablo de moralismo, ni de imposiciones, sino de vivir en función de lo que uno cree, lo contrario a acomodar los pensamientos en función de cómo uno vive.
No creo en el bien y el mal como eje universal. Creo en el respeto hacia nuestra propia concepción, hacia nuestras ideas. Se entiende la diferencia? En ese sutil pase de manos de palabras está la condición que nos determina como adultos.
Este año,cuando cumplí mis revolucionados treinta, me encontré teniendo que elegir entre el amor sentimental y el amor profesional. Como si fuera una dama rusa del siglo XIX, pero sin tapado de heroína. Por incompatibilidad entre mi pareja, su trabajo y el mío, tuve que elegir. Agarrar y soltar. Una fortuna, señores. Porque a pesar del dolor por lo que quedaba atrás, tuve en la palma de mi día a día la posibilidad de ejercer. Estuve de frente a la pizarra del ejercicio de ser libre. Hacerse libre. Vivir libre. Mi elección me hizo libre. Un fatal desafío que conmueve, no retorna, salva vida y nos convierte en hacedores.
Para tomar la decisión recurrí a una vieja enseñanza: Lacan sugería guíarse por las ideas y no por los deseos, puesto que los deseos cambian, se pierden, y las ideas sobreviven. Así, esa elección fue mucho más que detectar qué era lo que deseaba más. Esa elección tuvo que ver con qué clase de adulto quiero ser y con qué consecuencia espero encontrarme, del otro lado del fluír. 

Confío en Jobs. Confío en mirar hacia atrás y entender ese punto de inflexión y arriesgo como el sentido de una mujer construída por ideas y no por azar. De algo posible y, por Dios, qué sea trascendental.

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